jueves, 6 de diciembre de 2007

Éticas varias...



ÉTICA PARA MEDIOAMBIENTADORES.

La definición de ética aplicada a la toma de decisiones medioambientales no es fácil, teniendo en cuenta que el ámbito cultural, en el que se desarrolla la ardua tarea de gestionar el medio Ambiente, es impreciso y variable; por tanto no podemos caracterizar lo ético como sinónimo de honestidad; para que así fuera, sería necesario adoptar un marco global en el proceso de toma de decisiones.

Etimológicamente Etica se deriva de la palabra griega “ethos” que significa ¨morada¨, fundamentada en la estructura de la persona. Por consiguiente podríamos decir que la ética es la ciencia de los actos humanos encaminados hacia el bien. Pero la ética, también es un conocimiento de la conducta propia dirigida a orientar nuestra actividad hacia el bien. Parte de la persona humana, se vale del conocimiento de sus actos y termina por elevar su condición natural. Así pues, la ética es la ciencia de las variopintas
acciones y reacciones del ser humano.

La persona humana con su espiritualidad se estructura a través de tres características: La persona es un ser individual separado de los otros, irrepetible, gracias a su espíritu. La persona es libre y responsable de sus propios actos debido a su inteligencia, mediante la cual es capaz de entender no sólo las cosas, sino el fin de éstas, sus actos y el sentido de su propia vida. Finalmente la persona es intimidad.

Con todo ello podemos decir que un problema de ética en los servicios públicos medioambientales y/o medioambientadores existe siempre y cuando los servidores públicos, bien de manera individual o colectivamente, usen sus desempeños, de tal forma que expongan la confianza pública a conflictos de lealtades o valores, o como un resultado de intentos para lograr alguna forma de ganancia privada a expensas del bienestar público o del bien común.

A la vista de lo que antecede y, teniendo en cuenta que la gestión ambiental está integrada, básicamente, dentro del organigrama de los servicios públicos que la Administración, en sus diferentes niveles: estatal, autonómico, local e institucional, ofrece a los ciudadanos; Habrá que considerar que ciertas carencias éticas en los medioambientadores públicos pueden deparar resultados no deseables para ese bien común que es nuestro Medio Ambiente. Precisamente por ese motivo seguiremos abundando en las habilidades éticas necesarias para superar ese presunto escollo.

La profundización temática a la que se hace referencia en el párrafo anterior pone de manifiesto que existe un debate filosófico dentro de la biología y la ecología sobre si “terraformar” otros mundos es algo ético. A favor de la “terraformación” están R.Zubrin & R.L.S. Taylor quienes argumentan que es una obligación moral de la humanidad hacer del universo un lugar habitable para el ser humano tanto como sea posible; este argumento es un ejemplo de antropocentrismo. Los críticos argumentan que este punto de vista tiende a favorecer los intereses humanos en detrimento de los ecosistemas.

Hoy en día se suele distinguir entre ética del medio ambiente y ética para la utilización por parte del hombre del medio ambiente: ética homocéntrica o ética biocéntrica .Una ética del medio ambiente basada en la tesis de que el ser el humano es la medida de todas las cosas o una ética del medio ambiente, defendida por A. Leopold en la que el ser humano es considerado como una entidad entre otras en la biosfera.

De una parte podemos considerar que la ética biocéntrica se regiría por el principio de que algo es bueno, justo y aceptable entre otras virtudes, cuando tiende a preservar la integridad, la estabilidad y la belleza de la comunidad biótica, y es malo, injusto, inaceptable y equivocado entre otros defectos, cuando tiende a destruir, mutilar o alterar esta comunidad. Este punto de vista argumenta luego que hay una ética más fundamental, primaria y holística sobre la que tendrían que basarse todas las demás éticas particulares. Y a veces este punto de vista se expresa afirmando la existencia de un nuevo paradigma que tiene que derivarse de la ecología y/o de la biología (Panvitalismo).

Por otro lado habrá que tener en cuenta que la ética homocéntrica se basa en la idea de que la protección del medio ambiente es necesaria para el propio bienestar de los humanos por lo menos a medio y largo plazo. La extinción o desaparición de especies animales, vegetales o minerales constituye un riesgo para la continuidad misma de la especie humana sobre la tierra y, por tanto, debemos protegerlas porque con ello protegemos los intereses de nuestra especie. Los principales problemas medioambientales revelan conflictos entre intereses humanos y ése es, precisamente, el ámbito de las decisiones de gestión que se adoptan cotidianamente.

Abandonamos la teoría para pasar a la práctica y vamos a ver un ejemplo aplicado a nuestro sistema habitual de producción de alimentos. Consecuentemente podemos decir que aparece un conflicto de intereses en el mismo momento en que para producir un alimento en una extensión definida de tierra se puede afectar una o más propiedades de esa misma unidad de tierra o de áreas vecinas. Estos costes de una determinada afección, en definitiva, son costes con valor económico y alguien los pagará en la actual generación o en generaciones venideras.

Este es un conflicto que ha aparecido como consecuencia de las técnicas actuales, basadas en la biotecnología, la genética, la agroquímica, la mecánica, etc. Sin embargo, hay autores que nos recuerdan que este es un conflicto muy antiguo, tanto como el hombre mismo. Y en efecto así es, no hay más que recordar el caso de los sumerios en la Mesopotamia asiática y el caso de los mayas en la selva tropical centroamericana, que sacrificaron sus ecosistemas conduciéndoles al colapso de sus civilizaciones. Más modernamente, se puede citar las grandes voladuras de suelos del lejano oeste americano en las primeras décadas del siglo XX producto del monocultivo extensivo de las leguminosas y los cereales, lo cual dio lugar -como aspecto positivo- a la ley americana de conservación del suelo y de pastizales; normativa precursora de otras leyes las cuales, posteriormente, fueron influyendo en otros países.

La conciencia ambiental, necesaria para hacer valer nuestra ética, nace de entender que el ambiente no es patrimonio de una generación sino que debemos dejar la tierra que manejamos en buenas condiciones ecológicas y productivas para las generaciones futuras. También es preciso comprender que no hay un sólo uso de la tierra o de un particular ambiente, sino que hay usos múltiples de diferente naturaleza. Asi por ejemplo: los prados naturales de la Alpujarra granadina proporcionan un excelente espacio para la producción, pero no solo producen ganadería, producen fauna y flora autóctona, paisajes naturales, pesca y caza deportiva, etc.

Finalmente para concluir quiero incluir, sin más pretensión que la de simplificar, un decálogo sobre la implementación de la ética en nuestras decisiones medioambientales:

1. - Toda ética se apoya en una premisa, el individuo es miembro de una comunidad de partes interdependientes.
2. - Una ética de la naturaleza amplía los límites de la comunidad humana, para incluir el suelo, el agua, las plantas y los animales.
3. - Una ética ecológica requiere una meditación crítica acerca de las consecuencias de nuestras acciones y nuestros estilos de vida.
4. - Los seres humanos necesitan de la naturaleza para realizar todo el potencial de su humanidad. Recordemos que no somos dueños de la tierra sino meramente sus administradores y que debemos optimizar nuestra función día a día.
5. - La ética humana no debe separarse de los hechos biológicos.
6. - Toda especie tiene derecho a la supervivencia continuada en el ambiente en que vive. Para el desarrollo pleno de un organismo es esencial que éste se encuentre bien en el ambiente donde está evolucionando.
7. - La ciencia y la tecnología deben utilizarse para resolver los problemas ambientales, dentro del marco que establezca la ética y sin vulnerar nunca los derechos de los individuos a su autonomía y realización física, cultural y espiritual.
8. - Acepta la naturaleza en sus propios términos, no esperando que cambie o que sea modificada a conveniencia.
9. - Busca en las experiencias inéditas los desafíos mentales para superarlas y de los resultados aprehende el conocimiento para estimular el crecimiento espiritual y personal.
10. - Nuestro bienestar actual no debe tener preferencia sobre el de las generaciones futuras. Al contrario, nuestro trabajo es para los que habrán de venir después de nosotros.

Y dicho esto, sólo me queda añadir: “Que la ética nos acompañe...”

Carlos Norman Barea.

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