domingo, 15 de abril de 2007

Paradojas del Delfin 1




EL AÑO DEL DELFIN Y EL AÑO DEL CERDO.
La sabiduría popular juega medio en serio, medio en broma a preguntar: ¿Cuál es el animal que siempre llega el último?. Y la respuesta – como en un famoso e "impre - zionante" parafraseado- se puede resumir en "tres" palabras: "el del – fin".
Los delfines son los mamíferos acuáticos que con más frecuencia se pueden ver en nuestras costas, son los depredadores que compiten con nuestros pescadores, con las focas e incluso con nuestros acuicultores; son como una sonrisa conspicua de las olas y como la rúbrica con la que el mar firma su propia biografía desde los remotos tiempos de la Grecia clásica. También son, según datos de las organizaciones ecologistas, los cetáceos odontocetos que llegan a causar bajas en sus poblaciones de entre 15.000 y 20.000 ejemplares por año en las aguas del Mediterráneo y del Atlántico.
Quizás por esas circunstancias, bajo la cobertura jurídica del convenio de Bonn, se firmaron dos acuerdos internacionales para la protección de los cetáceos; uno de ellos centrado en el Mediterráneo y el Mar Negro (Accobams) y otro en el Mar del Norte y el Mar Báltico (Ascobans). Y tal vez por similares motivos, este año la Convención de especies migratorias de la ONU ha proclamado el año 2007 como el "Año del Delfín". Este esfuerzo internacional no es en vano por que las epidemias, la contaminación –ya sea acústica, debida al tráfico marítimo, o química, por residuos y sustancias tóxicas -, el uso de artes y aparejos de pesca destructivos o no selectivos y la falta de control en algunas zonas, del cada vez más de moda turismo de avistamiento, son solamente algunos de los retos a los que día a día deben enfrentarse los delfines para sobrevivir.
En nuestras costas, predominantemente, se pueden avistar delfines mulares, delfines listados y delfines comunes; si bien el no muy lejano, ni espacial ni temporalmente, establecimiento de instalaciones de cultivo de peces –granjas de dorada y lubina, en su mayoría- ha incrementado notablemente la mayor frecuencia de delfines mulares como muy bien recoge en sus estudios el Dr. Díaz López, director del Instituto de Investigación del Delfín mular en Cerdeña (Italia).
Este año curiosamente también hay otra celebración; no sólo es el año del delfín sino que además celebramos el "Año del Cerdo". Y ya se sabe: "Del cerdo hasta los andares...". El Año Nuevo Chino se celebra en la segunda Luna Nueva después del 21 de diciembre; en el 2007 este día, es el 18 de febrero y da comienzo al año del Cerdo de Fuego.
Para el Feng-Shui el tiempo y el espacio no son dimensiones separadas, sino que se rigen por los mismos principios básicos. El calendario chino, por ejemplo, está construido sobre la base de la Teoría de los Cinco Elementos (Fuego, tierra, metal, agua y madera), al igual que el Feng-Shui. Por lo tanto, los cambios en el tiempo son tan importantes como los cambios en el espacio: Comenzar un nuevo año es, en cierto modo, comparable a una mudanza o a una remodelación; Es iniciar una nueva etapa.
Y ahora es cuando viene lo que nos interesa. ¿Se habrán aliado el cerdo y el delfín para esa necesaria remodelación que le hace falta al litoral andaluz? ¿Habrán unido sus fuerzas para que la gestión integral de las costas, las aguas interiores y el mar territorial estén bajo una misma unidad de arbitrio y decisión?.
El nuevo Estatuto que se ha proclamado coetáneamente con el Año del Cerdo recoge en su Titulo VII, todo un "dodecálogo" de buenas intenciones medioambientales (biodiversidad, sostenibilidad, eficiencia energética, protección y prevención, desarrollo rural e incentivos fiscales entre otras). Sin embargo olvida el mar; la mar como fuente de una variada gama de recursos; el mar como un ecosistema primigenio y diferente, sometido a singulares contaminaciones, a peculiares desertizaciones y, en ocasiones, a usos y abusos insospechados.
Pudiera dar la impresión de que el agua por la que se mueven nuestros delfines no tuviera nada que ver con el agua que se descuelga desde la cima de nuestras montañas. Pero todos sabemos que eso no es así...¿Lo sabemos, no?.
El flamante Estatuto que se nos avecina recoge de forma dispersa competencias de pesca, marisqueo y acuicultura (Art.48), de energía y minas (Art.49), de investigación, desarrollo e innovación (Art.54), de urbanismo y ordenación del territorio (Art.56), de regulación de Espacios Naturales Protegidos con expresa inclusión de los que afecten a las aguas marítimas -debe entenderse que se refiere a aguas interiores – (Art.57), de transporte marítimo y puertos (Art.64), de protección civil y emergencias –sin mención expresa del nivel de intervención de las unidades de Salvamento marítimo – (Art.66), de patrimonio arqueológico (Art.68) y de turismo y deportes náuticos (Arts. 71 y 72.)
Claro está, después de este despliegue competencial viene la cuestión de la implementación. Y, así como quien no quiere la cosa, sobre una zona –pongamos por ejemplo desde el Cabo de Sacratif hasta Castell de Ferro- para la que haya que atender a todas esas competencias concentradas en tan reducido espacio; se tendría que propiciar la intervención – con el actual organigrama de la Junta de Andalucía- de un mínimo de siete Consejerías diferentes y cinco Ministerios pertenecientes a la Administración estatal; sin contabilizar la ineludible participación e intervención de la Administración Local.
¿No son demasiadas instancias?. ¿Se podría suscitar la duda sobre un supuesto caso de esquizofrenia institucional y/o administrativa?. ¿No parecería más razonable, a efectos de conseguir una coordinación eficaz y eficiente, recoger todas las competencias, que por razones espaciales y territoriales se desarrollan en el Mar, en una agencia para Asuntos marítimos?.
Hay precedentes en este sentido, ya que la propia Comisión de la Unión Europea creo no hace mucho la Dirección General de Pesca y Asuntos Marítimos, con un objetivo similar al que se podría plantear en una futura Agencia andaluza que integrase, aunque fuera de manera preliminar, la Planificación y Gestión Integral Costera (pesca, turismo, medioambiente, deportes náuticos, etc.) y los Asuntos Marítimos.
Tengo que reconocer que, al hilo de estas reflexiones y, mientras escribía todo lo que antecede, he oído como risas de delfines y un murmullo machacón y recidivante que hacía llegar hasta mis oídos un popular refrán: " A cada cerdo le llega su San Martín".
Quiero pensar como el Oráculo de Delphos – cuyo nombre se debe a las raíces etimológicas del delfín - que todos esos ruidos – risas y refranes- son sólo un presagio de que los acuerdos internacionales para la protección de los delfines van a poder ver desarrollado, de forma coherente y bajo una misma unidad de criterio, el contenido de sus estipulaciones. Una predicción, un presentimiento, también un buen augurio de que cuando llegue San Martín, el 2007 con su correspondiente cerdo habrá de propiciar esa remodelación que según el Feng-Shui se vaticina para este año. Que así sea y, que todos podamos verlo, si cabe, con más delfines.
Carlos Norman Barea.

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